8.25.2004


Cómo establece Dios su reino
“Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón* los unos a los otros” 1ª Pedro 1:22.

Así como Dios aseguró el principio de obediencia mediante la vida de Jesucristo, así también estableció su autoridad por medio del Señor. Jesús vino a este mundo con las manos vacías; no trajo consigo la obediencia. La aprendió por lo que padeció, viniendo a ser así autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen. Aprendió a ser obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Cuando el Señor salió de la Deidad para hacerse un ser humano, se hizo verdaderamente hombre; débil y familiarizado con el sufrimiento. Cada sufrimiento que soportó maduró en fruto de obediencia. Ninguna clase de sufrimiento pudo hacerlo murmurar o enojarse.
¡Qué diferente de esto son tantos cristianos que no aprenden la obediencia, incluso después de muchos años! Aunque aumenten sus sufrimientos, su obediencia no aumenta por el contrario frecuentemente murmuran angustiados, indicando asimismo que aún no han aprendido a obedecer.
Nuestro Señor pasó por todo tipo de sufrimientos mostrando un continuo espíritu de obediencia. Por la obediencia de un hombre, muchos recibieron la gracia. La obediencia de nuestro Señor es para beneficio del reino de Dios.

· Dios establecerá su reino.
Fue el propósito de Dios que los seres que había creado aceptaran su autoridad; sin embargo, la rechazaron. Dios no podría establecer su autoridad en las criaturas. El podría retirar su presencia; pero jamás renunciará a la autoridad que inició. Donde está su autoridad, allí está su legítimo lugar. Aunque Satanás y los hombres se rebelan diariamente contra él, Dios no permitirá que tal rebelión continúe para siempre; él establecerá su reino. Como la rebelión no se limitó a la tierra sino que alcanzó a los cielos, donde se rebelaron los ángeles.
¿Cómo, pues, establece el Señor el reino de Dios? Lo hace por su obediencia. Al obedecer perfectamente y permitir que la autoridad de Dios rigiera en forma absoluta, el Señor estableció el reino de Dios en la esfera de su propia obediencia. Tal como nuestro Señor lo ha hecho, así también debe hoy obedecer la iglesia a fin de que prospere la autoridad de Dios y se manifieste su reino.

· Dios ordena que la iglesia sea la vanguardia de su reino.
El Señor vino a este mundo a fundar el reino de Dios. Su evangelio es de doble naturaleza. En primer lugar en cuanto a la naturaleza personal, el evangelio llama a los hombres a recibir vida eterna por medio de la fe; y con respecto a la naturaleza corporativa, invita a los hombres a ingresar en el reino de Dios por medio del arrepentimiento.
Los ojos de Dios están sobre el reino: la oración del Señor comienza y termina con el reino: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. El reino de Dios es ese reino en el cual se hace la voluntad de Dios sin ninguna interferencia. La oración termina: “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos, Amén” (Mateo 6:13). El reino, el poder y la gloria están correlacionados. “Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo” proclama Apocalipsis 12:10. Por eso es que el reino es la esfera de la autoridad. “Porque he aquí el reino de Dios está en vosotros” dice el Señor (Lucas 17:21). El Señor mismo es, en realidad, el reino de Dios.
Cuando el Señor Jesús está entre nosotros es el reino de Dios el que está entre nosotros. Por eso es que la autoridad de Dios se realiza plenamente en la vida del Señor. Así como el reino de Dios está en el Señor, así también tiene que hallarse en la iglesia, porque la vida del Señor es liberada en la iglesia y, por lo tanto, el reino de Dios se extiende también a la iglesia.
El propósito de Dios es que seamos su reino y su iglesia, dado que la iglesia fue ordenada para ser la esfera donde se ejerza la autoridad de Dios. Es su deseo tener su legítimo lugar no solo en unos cuantos; él desea que toda la iglesia le dé la preeminencia absoluta a fin de que prevalezca su autoridad y no haya rebelión. Así que Dios está resuelto a establecer su autoridad entre sus criaturas. El quiere que obedezcamos, no solamente a la autoridad directa que él mismo ejerce, sino también a las autoridades delegadas que instituye. Lo que Dios espera es la obediencia completa, no una obediencia parcial.

· El evangelio no solo nos llama a creer sino también a obedecer.
Lo que Romanos 10:16 quiere decir con las palabras “creído a nuestro anuncio” es: la naturaleza de creer en el evangelio consiste en obedecerlo. “Para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” 2ª Tesalonicenses 1:8. Los que no obedecen son los rebeldes “…ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad” Romanos 2:8. Los desobedientes son los rebeldes “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad” 1ª Pedro 1:22. Esto indica claramente que la purificación es por la obediencia a la verdad. La fe es obediencia.
A los creyentes también se les puede llamar “obedecedores”, porque deben estar sujetos a la autoridad del Señor así como creer en él.
Dios nos llama no sólo a recibir su vida por la fe sino también a mantener su autoridad por la obediencia. A los que somos de la iglesia nos aconseja que obedezcamos a las autoridades que él ha establecido –en el hogar, la escuela, la sociedad y la iglesia-. No es necesario señalar específicamente a qué persona debemos obedecer. Simplemente significa que cada vez que, directa o indirectamente, nos encontramos con la autoridad de Dios, debemos aprender a obedecer.
Muchos hay que sólo pueden escuchar y obedecer a cierta persona. Esto demuestra que no han aprendido lo que es la autoridad. Es inútil obedecer al hombre; es a la autoridad que debemos obedecer. A quienes conocen la autoridad hasta una leve desobediencia los hará sentir que han sido rebeldes. Pero los que no han comprendido lo que es la autoridad no tienen idea de lo rebeldes que son.
Pablo después de recibir la luz, fueron abiertos sus ojos para la ver la autoridad, y aunque Pablo sólo conoció a un hermanito Ananías, nunca preguntó qué clase de hombre era –si ilustrado o ignorante-, porque no miraba al hombre. Pablo reconoció que Ananías había sido enviado por Dios y, por lo tanto, se sometió a esa autoridad delegada. ¡Que fácil es obedecer después que uno ha aprendido lo que es la autoridad!


Cómo establece Dios su reino
“Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón* los unos a los otros” 1ª Pedro 1:22.

Así como Dios aseguró el principio de obediencia mediante la vida de Jesucristo, así también estableció su autoridad por medio del Señor. Jesús vino a este mundo con las manos vacías; no trajo consigo la obediencia. La aprendió por lo que padeció, viniendo a ser así autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen. Aprendió a ser obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Cuando el Señor salió de la Deidad para hacerse un ser humano, se hizo verdaderamente hombre; débil y familiarizado con el sufrimiento. Cada sufrimiento que soportó maduró en fruto de obediencia. Ninguna clase de sufrimiento pudo hacerlo murmurar o enojarse.
¡Qué diferente de esto son tantos cristianos que no aprenden la obediencia, incluso después de muchos años! Aunque aumenten sus sufrimientos, su obediencia no aumenta por el contrario frecuentemente murmuran angustiados, indicando asimismo que aún no han aprendido a obedecer.
Nuestro Señor pasó por todo tipo de sufrimientos mostrando un continuo espíritu de obediencia. Por la obediencia de un hombre, muchos recibieron la gracia. La obediencia de nuestro Señor es para beneficio del reino de Dios.

· Dios establecerá su reino.
Fue el propósito de Dios que los seres que había creado aceptaran su autoridad; sin embargo, la rechazaron. Dios no podría establecer su autoridad en las criaturas. El podría retirar su presencia; pero jamás renunciará a la autoridad que inició. Donde está su autoridad, allí está su legítimo lugar. Aunque Satanás y los hombres se rebelan diariamente contra él, Dios no permitirá que tal rebelión continúe para siempre; él establecerá su reino. Como la rebelión no se limitó a la tierra sino que alcanzó a los cielos, donde se rebelaron los ángeles.
¿Cómo, pues, establece el Señor el reino de Dios? Lo hace por su obediencia. Al obedecer perfectamente y permitir que la autoridad de Dios rigiera en forma absoluta, el Señor estableció el reino de Dios en la esfera de su propia obediencia. Tal como nuestro Señor lo ha hecho, así también debe hoy obedecer la iglesia a fin de que prospere la autoridad de Dios y se manifieste su reino.

· Dios ordena que la iglesia sea la vanguardia de su reino.
El Señor vino a este mundo a fundar el reino de Dios. Su evangelio es de doble naturaleza. En primer lugar en cuanto a la naturaleza personal, el evangelio llama a los hombres a recibir vida eterna por medio de la fe; y con respecto a la naturaleza corporativa, invita a los hombres a ingresar en el reino de Dios por medio del arrepentimiento.
Los ojos de Dios están sobre el reino: la oración del Señor comienza y termina con el reino: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. El reino de Dios es ese reino en el cual se hace la voluntad de Dios sin ninguna interferencia. La oración termina: “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos, Amén” (Mateo 6:13). El reino, el poder y la gloria están correlacionados. “Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo” proclama Apocalipsis 12:10. Por eso es que el reino es la esfera de la autoridad. “Porque he aquí el reino de Dios está en vosotros” dice el Señor (Lucas 17:21). El Señor mismo es, en realidad, el reino de Dios.
Cuando el Señor Jesús está entre nosotros es el reino de Dios el que está entre nosotros. Por eso es que la autoridad de Dios se realiza plenamente en la vida del Señor. Así como el reino de Dios está en el Señor, así también tiene que hallarse en la iglesia, porque la vida del Señor es liberada en la iglesia y, por lo tanto, el reino de Dios se extiende también a la iglesia.
El propósito de Dios es que seamos su reino y su iglesia, dado que la iglesia fue ordenada para ser la esfera donde se ejerza la autoridad de Dios. Es su deseo tener su legítimo lugar no solo en unos cuantos; él desea que toda la iglesia le dé la preeminencia absoluta a fin de que prevalezca su autoridad y no haya rebelión. Así que Dios está resuelto a establecer su autoridad entre sus criaturas. El quiere que obedezcamos, no solamente a la autoridad directa que él mismo ejerce, sino también a las autoridades delegadas que instituye. Lo que Dios espera es la obediencia completa, no una obediencia parcial.

· El evangelio no solo nos llama a creer sino también a obedecer.
Lo que Romanos 10:16 quiere decir con las palabras “creído a nuestro anuncio” es: la naturaleza de creer en el evangelio consiste en obedecerlo. “Para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” 2ª Tesalonicenses 1:8. Los que no obedecen son los rebeldes “…ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad” Romanos 2:8. Los desobedientes son los rebeldes “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad” 1ª Pedro 1:22. Esto indica claramente que la purificación es por la obediencia a la verdad. La fe es obediencia.
A los creyentes también se les puede llamar “obedecedores”, porque deben estar sujetos a la autoridad del Señor así como creer en él.
Dios nos llama no sólo a recibir su vida por la fe sino también a mantener su autoridad por la obediencia. A los que somos de la iglesia nos aconseja que obedezcamos a las autoridades que él ha establecido –en el hogar, la escuela, la sociedad y la iglesia-. No es necesario señalar específicamente a qué persona debemos obedecer. Simplemente significa que cada vez que, directa o indirectamente, nos encontramos con la autoridad de Dios, debemos aprender a obedecer.
Muchos hay que sólo pueden escuchar y obedecer a cierta persona. Esto demuestra que no han aprendido lo que es la autoridad. Es inútil obedecer al hombre; es a la autoridad que debemos obedecer. A quienes conocen la autoridad hasta una leve desobediencia los hará sentir que han sido rebeldes. Pero los que no han comprendido lo que es la autoridad no tienen idea de lo rebeldes que son.
Pablo después de recibir la luz, fueron abiertos sus ojos para la ver la autoridad, y aunque Pablo sólo conoció a un hermanito Ananías, nunca preguntó qué clase de hombre era –si ilustrado o ignorante-, porque no miraba al hombre. Pablo reconoció que Ananías había sido enviado por Dios y, por lo tanto, se sometió a esa autoridad delegada. ¡Que fácil es obedecer después que uno ha aprendido lo que es la autoridad!