1.27.2005

El Poder detrás de las bendiciones verbales

En realidad existen tres poderes peculiares que hacen que una bendición verbal sea tan efectiva.
Cuando el poder de nuestras palabras se combina con el poder de la Palabra de Dios en una bendición verbal, se imparte una bendición vivificante a los que reciben esas palabras.

1. El Poder de Nuestras Palabras.

El primer poder es el poder de nuestras propias palabras. La Escritura dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Proverbios 18:21). Con nuestras palabras podemos producir daño devastador en la vida de otros, y también podemos transmitir energía vivificante.
El potencial de muerte del que habla el rey Salomón en Proverbios se describe en Santiago 3:5-8: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Toda naturaleza de bestias, de aves, de serpientes y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal”.

Jesús recalca aún más el poder de la lengua cuando explica porqué no puede ser domada.
“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?, porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.
Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:34-37).
2. El Poder de La Palabra de Dios.

El segundo poder se describe así en las palabras de la Escritura: “La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). La Nueva Versión Internacional dice: “Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Cuando el poder de nuestras palabras se combina con el poder de la Palabra de Dios en una bendición verbal, se imparte una bendición vivificante a los que reciben esas palabras.

En Números 6:23-26, Dios dio las palabras precisas que se habían de usar en la comunicación de una bendición verbal:
“Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis: "Jehová te bendiga y te guarde. Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz”.
La Nueva Versión Internacional nos enriquece dice: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz”.
No es la persona que habla, sino Dios, quien bendice a la persona. “Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, para que yo los bendiga” (Números 6:27).

Cambio de Regaño Por Bendición.

Una hermana mayor tenía guerra verbal con su hermano menor que la había irritado. Entró su madre, evaluó la situación, y le dijo a la hermana mayor: “Creo que necesitas una bendición”.
Su madre entonces dijo: “Padre, pon tu mano de bendición sobre Felicitas, y guárdala y haz que tu rostro resplandezca sobre ella y ten misericordia de ella. Alza sobre ella tu rostro y dale paz”.
Cuando la madre terminó, una paz invadió a su hija. Comprendió que había hecho mal al negarse a ceder sus derechos, y pidió a su hermano que la perdonara. Él lo hizo. Esta fue la primera vez que esa madre había usado una bendición en lugar de reprender a sus hijos, y fue la primera vez que obtuvo resultados tan positivos.

3. El Poder del Nombre del Señor

Cuando se les mandó a los sacerdotes de Israel que bendijeran al pueblo, Dios le dijo muy claramente cómo se produciría la bendición: “Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, para que yo los bendiga” (Números 6:27).
La palabra “invocar” se podría traducir como impartir. Invocar el nombre de Dios es desatar el favor divino e impartir el poder de Dios para hacer cumplir la bendición.
Una bendición imparte vida, y la vida está en el nombre del Señor. Como dice la Escritura: “Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).